(see English translation)
Tradducion por Ximena Romo
Cuando era más joven, solía quejarme
de dolor en mis articulaciones. Me decían que se trataba de "dolores de
crecimiento", que todo el mundo pasaba por eso y que esos dolores
significaban que me estaba haciendo más alta.
Pero los "dolores
de crecimiento" no sólo se limitan a la adolescencia… los sentimos a lo
largo de toda nuestra vida. Para mí el "dolor de crecimiento" más
grande ha sido mi enfermedad: la vasculitis del sistema nervioso
central. Ha sido durante esta travesía que he debido hacer para
enfrentar mi enfermedad cuando he crecido más y he aprendido más sobre
la vida.
Henri Nouwen dijo: "Rehusamos ver el puesto del
sufrimiento en una perspectiva más amplia de todo lo que nos rodea. Nos
resistimos a ver que el sufrimiento es una inevitable dimensión de la
vida. Porque hemos perdido perspectiva, no podemos ver que si uno no
acepta voluntariamente el sufrimiento, la persona está rechazando
continuar en la búsqueda de su madurez. Rechazar el sufrimiento es
rechazar el crecimiento personal.".
¿Cómo podemos aceptar el sufrimiento de la manera apropiada?
Lo primero que debemos recordar es ser pacientes. Yo sé que la
paciencia no es una de mis mejores cualidades. Vivimos en un mundo de
satisfacción instantánea y a veces esperamos que Dios responda nuestras
oraciones instantáneamente. Pero Dios tiene su manera de actuar superior
a la nuestra y tiene propósitos específicos en su respuesta a nuestras
plegarias, que quizás no entendamos nunca en toda nuestra vida.
Por eso, cuando experimentamos el dolor y el sufrimiento, seguimos
adelante con la esperanza que esto también pasará, y esperamos
pacientemente mientras Dios guarda silencio en estas etapas de nuestras
vidas, y mientras esperamos la respuesta de Dios, oramos constantemente
(Romanos 12:12: "Regocíjense en la esperanza, perseveren en el
sufrimiento, sean constantes en la oración.").
1 Pedro 5:10: "Y
después de que hayan sufrido un tiempo, el Dios de toda gracia que los
llamó a Su Gloria eterna en Cristo, Él mismo los perfeccionará,
afirmará, fortalecerá y establecerá.". Después que Dios te ha afirmado,
fortalecido y establecido, entonces puedes aprender de tu sufrimiento y
ver cuánto has crecido gracias a él.
¿Por qué he crecido con el sufrimiento?
- Porque al tener que cambiar mis planes de vida por mi enfermedad
aprendí a no apoyarme en mi propio conocimiento, sino en los planes que
Dios tiene para mí. He aprendido a no depender de mí, sino a depender
más de Dios, porque Él siempre tiene el control (Proverbios 3:5).
- Porque al subir mucho de peso con la prednisona y al perder parte de
mi cabello durante la quimioterapia, recordé que la verdadera belleza
viene desde el interior. Que el corazón es más importante que la
apariencia externa y que la belleza del corazón jamás perece, no importa
en qué tratamiento me encontrara (1 Samuel 16:7).
- Porque al
preguntarme si algún día habría una cura para mi enfermedad aprendí a
vivir con una esperanza inquebrantable. Gracias a la mano solidaria de
las personas en mi vida que me han hecho tener esperanza, es que he
aprendido a darle esperanza a otros (Isaías 40:31).
- Porque al
romper en llanto en un mal día a causa de mi enfermedad, recordé que
porque soy cristiana no tengo el derecho a que cada una de mis plegarias
sea respondida, que la Gracia de Dios siempre es suficiente para mí y
que su poder es perfecto en mi debilidad (2 Corintios 12:9).
Cuando sientas dolor, piensa que son dolores de crecimiento también…
porque a través del sufrimiento construimos nuestra resiliencia, nuestra
resistencia y nuestra fortaleza.
2 Timoteo 1:7: "Porque no nos
ha dado Dios el espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de
dominio propio (de disciplina).".
AMEN!
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